martes, 26 de mayo de 2009

Crónica de tres cartas

Crónica de tres cartas

C

arta primera

Roma, Ciudad Eterna, 5 de julio, año del Señor de 1494

Al Duque de Valentinois, Príncipe de la Iglesia:

Su Excelencia, Luís XII, vería con sumo agrado tu valiosa colaboración en una empresa extremadamente importante y delicada.

Como bien sabes, el monarca se encuentra enfrentado con la dinastía de Aragón. No ignorarás tampoco que el más acérrimo defensor de la Casa mencionada es el combativo Alfonso.

Simplemente, debemos eliminar el obstáculo que significa Alfonso de Bisceglie para allanar el terreno al rey de Francia y hacernos acreedores de su gratitud y sus favores.

Al mismo tiempo, quitaríamos un escollo tan molesto de nuestro camino, quedando nosotros en completa libertad de realizar ventajosísimas negociaciones y alianzas insospechadas; con un nuevo matrimonio de tu hermana, obtendríamos títulos y riquezas envidiables.

Por lo tanto, sería muy conveniente que Alfonso cayera en una emboscada o fuera ultimado por algún sirviente; eso sí, sin despertar sospechas.

Sé que para hacerlo te sobra imaginación y cumplirás ejecutando mi pedido. Dios permitirá que así sea.

Afectuosamente: Tu padre

Alejandro VI, Sumo Pontífice de Roma.

Carta segunda

Castillo de Valentinois, 27 de julio, año del Señor de 1494

Al Señor Alfonso de Bisceglie, Señor de Aragón y Príncipe de Nápoles:

Caro Alfonso, me permito distraer tu atención en medio de la campaña bélica que estás realizando. Debo rogarte que vuelvas prontamente a Nápoles.

Tu adorada esposa, mi querida hermana, se encuentra aquejada de un extraño mal. En principio, los médicos lo atribuían a su próxima maternidad, mas luego descartaron tal posibilidad. En realidad, los galenos no aciertan con el diagnóstico. Me suplicaron que te notificara rápidamente, el caso es muy grave, desesperante.

Quiera Dios que mi desdichada hermana pueda superar este peligrosísimo trance. Espero lo comprendas así y tomes los recaudos necesarios para posibilitar tu inmediato regreso.

Afectuosamente:

César, Duque de Valentinois

Carta tercera

Roma, Ciudad Eterna, 28 de agosto, año del Señor de 1494

Al Señor Duque de Valentinois:

Querido y bien amado César:

Pese a la honda congoja que atormenta mi espíritu, estoy obligada a escribir ésta para solicitar tu apoyo en el momento tan difícil que me toca vivir.

Hace pocos días Alfonso volvió del frente en forma precipitada.

Todo hace suponer que recibió algún mensaje aconsejando dicho accionar. Lo cierto es que en las escalinatas del Vaticano cayó en una cobarde emboscada. Mi esposo y uno de los soldados, ambos heridos de consideración, quedaron alojados en el Palacio Papal para su restablecimiento. Sin embargo, en la madrugada del día 26, cuando acusaba una evidente mejoría, fue asesinado en el lecho. Un siervo lo mató y escapó.

Yo me encontraba casualmente aquí en Roma, junto a nuestro padre, cuando sucedió.

César, te suplico que vengas, tengo mucho miedo. Sólo a tu lado me siento segura.

Como siempre, hermano mío, todo mi amor para ti.

La más desdichada de las mujeres:

Lucrecia Borgia

No hay comentarios:

Publicar un comentario