martes, 26 de mayo de 2009

El cumpleaños

El cumpleaños

A

l recibir la invitación tembló como una hoja; no lo podía creer… ¡Volvería a verla!

Se conocieron poco antes; un mes o cosa así, y quedó prendado; era “la mujer”, o al menos, la que él buscó toda su vida. Una excelente escritora, con años ejerciendo como Profesora de Literatura, y por añadidura, música entusiasta.

¿El motivo de la invitación?, muy simple: el cumpleaños de Néstor, muchacho allegado a la familia, que, según comentarios de la dama, admiraba profundamente su obra musical.

A media tarde del sábado llegó “el artista”, dispuesto a disfrutar de una velada memorable; los prolegómenos así lo prometían. Ya se encargaría él de hacer realidad las expectativas creadas… con su música, género en el cual descollaba, aunque tenía también gran inclinación por las Letras, sin mayores logros (la verdad sea dicha), escribiendo era un verdadero fiasco.

Le presentaron a su fan y la media naranja de éste; jóvenes muy amables, excelentes. En forma espontánea se generó una corriente de simpatía y afecto y a los pocos minutos parecían conocerse de toda la vida. Sucede en ocasiones, cuando la química, magia, o destino, así lo disponen.

Cuentos, anécdotas y comentarios diversos se enseñorearon del ambiente, dándole un brillo especial al encuentro, realzando la espléndida mesa; todo marchaba a la perfección, hasta que…

De repente… el rostro del visitante se contrajo, evidenciando síntomas inconfundibles de intenso dolor.

Hubo un rápido cambio de miradas entre los demás comensales, miradas cargadas de complicidad y entendimiento. Ese mensaje gestual encerraba un secreto… El invitado, obnubilado, sin percatarse de nada, se dirigió al servicio.

-Parece que dio su fruto el asunto… -manifestó, jovial, el homenajeado.

-No, Néstor, debe ser casualidad, al final no puse nada en “su comida” -respondió la anfitriona, sonriendo beatíficamente, con cara de no haber roto jamás un plato.

Se miraron, azorados.

Si el menú tan paciente y concienzudamente elaborado era inocuo, puro, angelical… ¿Qué estaba pasando?

Tras los momentos iniciales, los dolores fueron cediendo gradualmente, “el enfermo” fue conducido a la cama y allí comenzó a recibir los “intensivos cuidados pertinentes” de la dueña de casa.

La parejita, tras las consabidas frases deseando una rápida mejoría, se retiró, y la señora, en un acto caritativo -María Magdalena siglo XXI- se dedicó a aliviar las dolencias del visitante, poniendo en la gestión todo su empeño y buena voluntad.

¿…? ¡Hum…!

El enfermo, recibido el tratamiento correspondiente, sonrió complacido; “menos mal que me hice el descompuesto, sino… ¿qué hubiese pasado?” –fue su íntimo, sincero y alegre pensamiento.

La anfitriona sonreía feliz, inmensamente dichosa. ¡Valió la pena…! –Reflexionó-, tarareando mentalmente: “… y todo a media luz, crepúsculo interior…”

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