martes, 26 de mayo de 2009

Transmutaciones

Transmutaciones

E

l sujeto avanzó tomando infinitas precauciones, parecía ignorar dónde se encontraba, o al menos, era escaso su conocimiento de esa geografía. Recorrió diversas dependencias de la finca: gallineros, corrales, establos, cochera, y por último, ya en la vivienda; se acodó en una ventana para observar hacia el interior con sumo interés.

La familia, reunida en torno a la mesa, miraba por televisión un capítulo de "Viaje a las Estrellas". Ante la aparición de varias naves espaciales, el observador soltó un agudo chillido, provocando la reacción de dos enormes dogos que acudieron ladrando, y gruñendo amenazantes; arremetían ciegos de furia.

Las imágenes de la pantalla ejercían una especial atracción sobre el desconocido. Haciendo caso omiso de los perros, repitió el chillido con mayor intensidad, contemplando cómo un grupo de "extraterrestres" avanzaba decidido, en actitud desafiante. Los dentados guardianes, enloquecidos, amenazaban con atacar al curioso, mas sin llegar hasta él. Causaron tanto alboroto que el dueño de casa salió con la escopeta acompañado por el mayor de sus hijos provisto de una poderosa linterna. Llamaron a los animales y acariciándolos, lograron tranquilizarlos.

-Andará alguna comadreja u otro bicho -comentó el padre, regresando a la casa.

Reanudaron la cena, el curioso entrometido seguía espiando cada movimiento, perdida enteramente la noción de tiempo y espacio, interesado tan sólo en ver la serie; lo volvió a la realidad el silbido proveniente de un pequeño aparatito que llevaba colgado del cuello, presionó una tecla y el insistente sonido cesó.

“Debo regresar” -pensó, y emprendió veloz carrera, provocando una nueva acometida de los canes que, a los pocos metros, enfurruñados, abandonaron la persecución.

Corrió desesperado, temiendo llegar tarde; debía transponer un pequeño montículo, faltaba muy poco; de pronto tropezó y empezó a rodar por la pendiente. En la vertiginosa caída golpeó una y otra vez con la cabeza contra los guijarros, llegó hasta el fondo de una profunda hondonada y quedó inmóvil, tendido en la oscuridad.

Sus compañeros realizaron reiteradas llamadas, al no tener respuesta lo buscaron infructuosamente durante algún tiempo; la mayor dificultad que enfrentaban era el total desconocimiento del terreno. Tras varias tentativas, desalentados por el fracaso, desistieron.

Llevaban varios días en la zona, pero a causa del mal tiempo prácticamente no se habían movido del campamento.

Como era la última jornada decidieron disfrutarla a pleno y marcharon al amanecer hasta el sitio elegido, realmente maravilloso; un recodo del río Colorado de singular belleza, muy apropiado para los juegos acuáticos.

Confirmando las predicciones, el día se presentó maravilloso.

Conocían el paraje, cerca de Tinogasta; en él instalaron dos años atrás sus tiendas de campaña, cosa que ahora impidiera el clima. Representaba un gran riesgo acampar allí en época de lluvias, el río aumentaba su caudal y se embravecía con demasiada rapidez.

Como alumnos aventajados de Geología, sabían de sobra los desastres que puede causar una súbita creciente, o cualquier otro elemento natural fuera de control.

El agua estaba en calma, invitándolos a gozar de su suave caricia; hoy podrían bañarse y jugar sin inconvenientes. El Colorado parecía aguardarlos, como si fuesen viejos amigos -los muchachos pensaban que así era-, guardaban muy buenos recuerdos de la anterior visita, más de veinte días "conviviendo" no eran para echar al olvido.

Rápidamente los juegos se generalizaron con la consiguiente algarabía: gritos, exclamaciones de alegría, cánticos y silbidos; se estaban resarciendo con creces de las recientes penurias pasadas durante el temporal.

Por la tarde, siguiendo una vieja costumbre, recogían piedras y semillas y tomaban fotografías desde todos los ángulos, como si cada uno quisiera llevarse lo mejor del magnífico paisaje.

La jornada transcurría en forma apacible... De pronto, Iván, el "fotógrafo" del grupo quedó envarado, como petrificado.

-¿Qué te pasa?

-Nada... Lucas... nada.

-Sin embargo, estás pálido -manifestó Ángel-, parecés un muerto.

-Vengan, les voy a indicar de qué se trata.

Se acercaron e Iván señaló con el dedo una gran piedra con la forma de una montura, una enorme y hermosa montura.

-Y… ¿qué les parece?

-Una piedra -respondió Ángel-, parece la montura de un gigante; ¿por qué, qué tiene de raro, salvo esa forma tan original?

-¡Antes no estaba! ¡Eso tiene de raro! ¿Te parece poco?

-Vos estás loco... ¿de dónde salió, eh...?

-En el viaje anterior saqué varias fotografías desde acá a los chicos bañándose y ahora esa bendita piedra me los tapa...

-¡Hum! ¿No habrás tomado de más?

-¡Avisá! Sabés de sobra que no "chupo" ni en los asados.

Sus amigos echaron la cosa a risa, haciéndole algunas bromas y pasado un rato retomaron el ritmo normal.

Llegó jadeante y vio a la nave suspendida en el espacio. Emprendía el regreso.

-¡Esperen, no me dejen! -su voz sonaba angustiada en el diminuto parlante.

-No podemos interrumpir el programa, desde el inicio de la expedición está todo rigurosamente controlado y es imposible alterar las condiciones preestablecidas.

-Y ahora, ¿qué pasará?

-Piensa intensamente en el objeto que más llamó tu atención, el resto queda a nuestro cargo, tenemos ya muchos de nuestros navegantes esperando en este planeta en iguales condiciones, oportunamente vendremos a rescatarlos.

-¿Puedo elegir, entonces...?

-Con total libertad, te crearemos con un tamaño gigantesco para que no te cambien de lugar; aquí, en Capilla del Monte, quedarás esperando, y aquí te encontraremos.

-¿Todo listo?

-Sí, estoy preparado.

Desde el platillo, un haz luminoso se proyectó sobre el malogrado explorador; en pocos segundos, la nave, rodeada de un intenso resplandor, se perdió; pasó a ocupar otra dimensión.

El pasajero abandonado también desapareció y surgida de la nada quedó en su lugar una colosal escultura pétrea con la forma de un zapato. ¡Un inmenso zapato!

Una vez más, la "transmutación" se había cumplido sin inconvenientes.

En La Plata un joven estudiante de Geología miraba y remiraba intrigado las dos fotografías. ¡Eran casi idénticas!

¡Casi, casi idénticas...! ¡A no ser por...!

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